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llorada y carbajedo

Muerte de Angel (Carbajedo)

Muerte de Angel (Carbajedo)

Angelín acababa de dar un estirón, de esos que a los niños se les nota en 15 días. Era movidito y juguetón. Su hermano mayor, Jaime, siempre fue más tranquilote, del tipo de su tío Eusebio. A los dos hermanos les veía jugar juntos frecuentemente.

Llaman desde El Camino Encima (la calle El Sol) hacia el barrio de arriba del pueblo. No entiendo nada… Sale mi madre hasta donde puede verle (1), por el otro lado sale Maruja “la de Milde”(2). Mi madre tampoco lo entendió porque vocea preguntando algo y a la respuesta se cruzan unas palabras las dos mujeres. Mi madre echa a correr. Corre Maruja, corro yo detrás a la barriadica, el puente, el paso estrecho entre la casa de tía Rosa (3) y la cuadra de tío Gonzalo (4) y por la cuesta siguiente.

………

Sentado en el poyo. Los codos sobre las rodillas. Unas manazas cubren media cabeza.

………

… en una ocasión apartó las manos que la cubrían y con esfuerzo levantó la cara un momento intentando mirar hacia delante, donde estaba yo, a unos pocos pasos en la calle, frente a la vestecha de la casa de Ción (5), o quizá miraba por detrás de mi hacia el carro buscando algo.

No vi absolutamente nada. Es decir, vi su rostro, pero su vista estaba nublada. Me di cuenta de que Nato no me había visto, ni había visto nada, estaba ausente. No hizo gesto alguno. La expresión de su pálido y sucio rostro soy incapaz de narrarla en sus justos términos, pero para que se entienda un poco diré que era de una profunda e inmensa tristeza y abatimiento, débil en su fortaleza física, cansado, incluso agotado y cerca del desfallecimiento. Tanto era el dolor en el que estaba sumido que su misma cara parecía nublada, inexpresiva, sin fuerzas ya ni para llorar. Volvió a recoger su rostro entre sus dos grandes manos ensangrentadas  y allí permanecimos un rato más. De vez en cuando la congoja le hacía temblar el cuerpo.

Ya había venido algún chico  al que a su pregunta le respondí bajito, apenas apartando un momento mi vista de aquella persona y de aquellas manos.

Más tarde salió una mujer al portal, me parece que Maruja “la de Milde”, a recoger alguna cosa y le vio, tuvo intención de decirle algo, pero probablemente no se atrevió porque pasó dentro, al portal y desapareció hacia la derecha, a la cocina, donde también ahora oigo llorar y escucho a las mujeres atendiendo a Nati y al momento salió con Sara.(6)

Sara, al instante percibió la situación. Vio la sangre de sus manos, miró hacia nosotros petrificados ante aquella escena y volvió a mirarle a él ya para decirle resuelta, con cariño y ánimo:

- “¿Pero qué haces aquí?. Anda, ven a dentro que hay que lavarte”.

Esta imagen la tengo tan viva que si me atreviese en este momento a alargar mi mano tocaría esas manos grandes, sucias y ensangrentadas.

El hombre volvió a descubrir el rostro inmensamente triste, apoyó la mano izquierda en el poyo del soportal de la casa de su madre, donde estaba sentado, para con gran esfuerzo, con sollozos y con la ayuda que le prestaba el brazo de Sara por debajo de ese brazo y Maruja por el otro, se dejase guiar por las mujeres hacia el interior de la casa.

Después fui con Toño el de Maruja (7) y José Luís el de Araceli (no recuerdo si también Jesús Ángel) a observar y fisgar por el  carro. Se veía volcado, cabezal hacia el cielo, el peón de delante a la altura de nuestras cabezas, por detrás se veía lleno de abono y debajo de la puerta trasera abono y un poco de sangre.(8)

El carro era bastante nuevo porque se le veía la pintura azul de las puertas y laterales, los carros de más edad se habían construido sin pintar, a parte de que éste también tenía añadido un segundo peón en la parte trasera que en este caso fue el causante de la desgracia.

El ¿cómo fue?, en este momento no es importante, ni para mi lo fue nunca. La imagen grabada es la de un hombre incomprensiblemente solo, desconsolado, inmensamente triste, sin fuerzas y sufriendo terriblemente.

Señalar que aunque en el sermón se nos dice que es día de alegría porque los niños que mueren son ángeles y van al cielo directamente, su ausencia todo el pueblo la lloramos junto con sus padres.

Se ha hablado mucho de las madres, de su dolor cuando pierden un hijo… Yo no vi el de Nati y no voy a comparar porque no sé como se mide, pero sí puedo decir que vi el de un padre y me representó a Cristo en la Cruz, casi inhumano y ese dolor no se le puede desear a nadie.

...

Un tiempo mas tarde el matrimonio tuvo la gracia de disfrutar de una hija.

...

Alguna otra más desgraciada muerte ocurrió en nuestro pueblo que quizá aun no sea el momento de comentarla.

 

(1) No recuerdo quien era. Me parece que Dario, pero es raro que estuviese por allí, lo normal es que fuese Gerardo. No lo sé.

(2) decíamos "la de Milde" porque siempre la estuvo cuidando, pero es hija de Clorinda. Mi Madrina.

(3) Dña Rosa, la penúltima maestra de las niñas. Vivían con ella sus hermanas Eutimia y Caridad que se las veía sentadas en el pollete de la entrada hablando solas.  En mi casa a todas estas se les llamaba tías.

(4) Tío Gonzalo, abuelo materno de Angelín. En mi casa se le llamaba tío, pero las ramas del árbol genealógico se juntan: por parte de tía Ana su mujer, en un bisabuelo de mi padre que es abuelo de ella y por parte de él, un tatarabuelo del primero bisabuelo del segundo, pero en mi casa y en la de ellos siempre nos consideramos de familia muy allegada. De la misma forma ocurría con varias familias más del pueblo.

(5) Ahora debe de ser de Jaime y Laura.

(6) Sara, mujer de Orencio. La madre de esta Laura.

(7) Hija del maestro de los niños D. Honorio.

(8) Aquí siempre tuve dos imagenes representadas, la descrita y otra con el carro ya con los dos peones puestos. Problablemente sea esta segunda la que yo vi. Lo demas es cierto.



Las cerezas de Orio

Las cerezas de Orio

Las cerezas de Orio

   Innumerables mariposas pequeñas azules de borde y pintas blancas, posadas sobre dos recientes boñigas en el camino de los Campiellos, revolotean al acercar la ijada1 a ellas para volver a posarse de nuevo rápidamente en el mismo lugar.

   Me entretengo gatunamente en atrapar alguna. ¡Son tan bonitas! y siempre ¡desilusión! cuando dejadas todas las coloridas escamas en las yemas de mis dedos queda el ala transparente.

   Revoltosamente  remuevo el excremento con el palo de avellano para que no manchen sus patitas y se desbandan rápidamente por los alrededores para posarse otra vez en las siguientes y unas pocas en las hortelanas del huerto de Milde.

   Continúo un poco con el juego, pero aburre la repetición de la escena.

   Alzo la vista y veo al otro lado del río por encima del canal de la fábrica cuatro cerezas amarillo-rojizas, a lo alto, en el extremo de la era de Orio. La garrafal joven. No resisto el instinto y ya estoy en el portillo dejando atrás, en disparo del tirador de piedras, el puente y el camino de Llampiellas. Cruzo la era y cojo dos. ¡Deliciosas!... Voy a coger otra y algo se mueve entre las hojas. Me fijo y cruzo la vista con Marta2 junto al leñar de Ester. Me tiro al suelo instintivamente. Permanezco un tiempo sin moverme, pero me siento atrapado y mi imaginación la representa en el portillo, así que repto hacia atrás hasta mitad de la era y lleno de incertidumbre levanto la cabeza despacio. No hay nadie. Me incorporo un poco y sigo sigilosamente agachado caminando para atrás. Atravieso el portillo haciendo el rodillo entre dos llatas3 y, con cautela primero y como otro disparo después, aparezco agazapado cerca de la fábrica pegado al último muro alto del canal, justo antes de dar vista al puente. Al segundo blinco me columpio de lo alto de la pared y trepo a lo alto; salto a la otra pared cogido del volante de la compuerta que remansa el agua hasta el pequeño estanque. Miro entre las ramas y hojas del chopo pegado que sube desde el río y despejado el terreno me deslizo ente las ramas y pared al serrón del río Achín. De cuatro saltos sobre los peñones me planto en el refugio debajo del puente. Salto de un serrón a otro y tomo aliento.

   Ahora estoy protegido por el Pozo Regalao y parte delantera de la fábrica, por un lado, cuadras de la margen izquierda de río y al fondo corta El Camino Encima una hilera de chopos que disimulan la vista hacia el puente y por el lado contrario, hacia Peña Esquilicia, a la izquierda el alto canal de agua de la fábrica del que acabo de descolgarme y por la derecha el terraplén con sus dos veredas que suben al camino de Los Campiellos, el lugar más desprotegido, pero pegado a ese lado del brocal del puente era imposible que me viese alguien.

   Miro con nostalgia las calas donde se refugian las truchas y donde tantas veces jugaba con ellas a tocarlas y alguna vez a raptarlas.

   Sigo intranquilo pensando si realmente me vieron, así que tengo que llegar a casa cuanto antes para tener coartada.

   Salto al último serrón que hace de pared al Pozo Regalao. Oteo por última vez hacia la izquierda el camino que sube hacia delante de la casa de Ester y salto por el lateral a la  calleja que baja por ese lado al rio.

   Todavía veo en el pozo el gran espino donde días atrás estaba atada la tanza con una gran trucha atrapada en su anzuelo. Claro que tiré de ella y me apropié del pez. La había cazado yo. Eso es lo que le contesté dos veces a mi madre ante sus preguntas desconfiadas. Pues bien, me tocó un trozo y me gustó mucho. Unos días más tarde me encontré con Luis el de Ester y Superio4, hoy marido de Maruja y con sonrisa burlona me dijo: “¿Así que pescaste tu la trucha del Pozo Regalao?”. No dijo más ni tuvo intención de otra cosa para sorpresa mía. Pues eso, me hice el bueno agachando la cabeza.

   Por la orilla izquierda del río saltando de piedra en piedra me presento en el camino de detrás de la cuadra de Orio, junto a su abonal, no viendo a nadie por la calle que tira entre cuadras para su casa, la de Pepe y la hornera. Sigo bordeando el rio y veo dos chavales moviéndose en el cobertizo de la turbina (5). Me acerco y observo a Toño el de Oliva muy afanado y sudoroso achicando agua del pozo con un caldero. Ya quedaba poca agua, pero seguía cayendo un poco por el gran tubo. Está también Pepe el de Virginia (6) muy contento y me enseña otro caldero con agua y dos truchas, una para un diente y otra cercana a la medida. Veo posibilidades y me ofrezco a ayudarles, pero no hay más calderos ni percibo en Toño ganas de compartir por sus escusas. Distingo dos veces una truchilla asustada que pasa como un rayo de un lado al otro huyendo del caldero de Toño que no daba tregua. Pienso un instante que allí no hay tajada para tres así que me despido.

   Vuelvo a cruzar el rio sobre las piedras, paso al lado de la pasarela que hace de puente al rio, el madero de chopo por el que cruzábamos haciendo equilibrio, unas veces andando y otras cabalgando y bajo hasta llegar a la puerta trasera de la cuadra por la que me cuelo. Paso el corral y me meto en casa.

   - ¡Le comiste las cerezas a Orio, vas ahora mismo a pedirle perdón!-

    Amén de los azotes que le acompañaban

   De nada sirvieron mis negaciones y lloriqueo. Mi madre me coge de la mano y me arrastra con ella a mitad de la cocina de Mila. Allí está Orio jadeando en una pequeña crisis asmática. Mi madre me empuja para que me ponga de rodillas.

   - ¡Pídele perdón! ¡Te comió las cerezas de la era!-

   - Mujer, déjalo – dijo Orio

   - ¡No, que pida perdón por comerte las cerezas!... - y más argumentos que no me acuerdo

   - Perdón - dije lloriqueando.

   - ¡ Pues ahora te vas a quedar de rodillas… - no sé cuanto tiempo. Y mi madre desapareció.

   No había llegado mi madre a casa cuando Orio me dice: “Anda, siéntate aquí” y me señala a su lado en el escaño delante de la ventana. No hubo más palabras en un rato. Orio estaba triste e incómodo,  respirando con dificultad y con rugido de pecho.

   ¡Cuántas veces me tocó de monaguillo ir con Don Lucas a darle la extremaunción!. Era curioso verle en la cama agotado y moribundo, respirando apenas y al día siguiente unciendo la pareja al yugo y carro o marchado a otra faena; por supuesto, milagro del último Sacramento. Años más tarde me tocaría vivir la misma enfermedad en mi propia hija.

   Era un dia tristemente gris por la tenue luz que entraba por la única ventana de detrás de mí, tapada también parcialmente por la tabla levadiza del escaño. A mi derecha, después de Orio quedaba la trébede y debajo la cocina de leña. Más allá la de Hergón de leña y carbón. En el lado opuesto una mesa con taburetes y la alacena colgada. Delante, la puerta que da al portal y escaleras y por escalón de subida a la derecha se pasaba la puerta a la gran vestecha donde tantas veces ayudé a Celso en la fragua.

   Al rato me dijo que me podía ir.

 

(1) Palo de avellano con una punta sin cabeza insertada en el extremo para guiar y pinchar la pareja uncida.

(2) No recuerdo que existiese este nombre en el pueblo. ¡Claro que no voy a decir quien era!.

(3) Llatas: cada vara o rama gorda que cruzaba entre dos postes y que cerraba la entrada a muchos prados.

(4) Superio: Esuperio

(5) Turbina: llamábamos así a un tubo gordo que bajaba al final de la fábrica por donde aliviaba el agua que entraba por el canal. Recordar que la sierra de la fábrica era movida por la corriente de agua que la atravesaba por debajo.

(6) Pepe y su hermano Gonzalo eran hijos de Virginia la de Juan y Adela y que solo iban al pueblo en las vacaciones.

 

   Ya escrito hace tiempo, siempre tuve miedo a hacerlo público por si mi madre lo recuerda y a sus 96 años me hace de nuevo ir a pedir perdón de rodillas al mayor de su familia, a Santiago.

   - ¿Te figuras?...

   … ¡Igual me pega un tiro!

    - Es broma. Lo siento.

Novena a Ntra. Sra. La Virgen de Pereda

Novena a Ntra. Sra. La Virgen de Pereda

 

 

Preces preparatorias

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Por la señal...

Acto de. Contrición

Oración para todos los días

 ¡Virgen Santísima! Heme aquí a tus pies, con una plegaria en los labios y un anhelo en el corazón. ¡Virgen de Pereda! ¡Mi Virgen de Pereda, pequeña, morena y galana! Llego a Ti con la confianza que inspiraste a San Bernardo, cuando exclamaba que jamás se oyó decir que hubieras desamparado a quien con fé te invoca y con esperanza en Ti confía. ¡Oh Madre amantísima!

Así como me parece sentir en el silencio de este valle, el eco pálido  de  mi madre en la tierra cuando  desgranaba las cuentas del Santísimo Rosario camino de tu ermita, así quisiera, ¡Oh Madre mía del Cielo!, sentir en el silencio de la noche oscura de mi alma las resonancias de tus amorosas llamadas, toques de tu inefable dulzura, y de igual forma, ¡oh Virgen pura!, que tus divinos ojos rasgan el valle,  cruzan montes y collados, bajan al llano para envolver al universo entero en el perfume de tu amor infinito, como, con el aroma de las violetas que acarician tus pies, embalsaman el otero,  así quisiera  yo y  así te lo suplico,  rasgues el cendal de mis pasiones, penetres en mis iniquidades, descubras mis vilezas y pecados y al mágico poder de tu divino amor quede limpio mi espíritu y pulcra mi alma, para rogarte presentes a tu divino Hijo  el  anhelo de una  vida  sin tacha  y  santa muerte en  los brazos de tu amor, según le pido en esta novena.

(Pídase la gracia que se desee obtener.)

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Oración para el día primero

  ¡Amorosa Virgen del Valle! Reinando en nosotros como árbol florido y lleno de vida,  sufriste la aflición y el dolor;  yo, árbol misero y desnutrido, pretendo confiado vivir sin angustias ni amarguras. Pero si quien todo lo puede se abraza con el sufrimiento hasta hacerse consubstancial con él, quien nada puede y merece menos,¿por qué se abraza insensato con el placer y aspira al mentiroso goce de sus sentidos? ¡Ah, Señora y Madre nuestra! Te ruego  me concedas  amor al dolor y a la penitencia,  humildad y espíritu de sacrificio para imitarte y para sufrir, reconocido, los acerbos dolores de tu Hijo, crucificado por mis pecados, y agradecer tus angustias maternales por mi salvación. Amén.

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Oración para el día segundo

¡Amorosa Virgen del Valle! Concédeme, ¡oh celestial Señora!, un saludable temor a tu divino Hijo y un amor constante que me inspire  continuas alabanzas  a  tu tierno corazón.  No olvido que en tu pecho se encuentran los goces del cielo y en tus labios las llaves que a él me conducen. Intercede por el perdón de mis pecados, no sólo en virtud de mi arrepentimiento, sino en gracias a su divina misericordia. Ayúdame en la firmeza de mi fé, acrecentadla con vuestra ternura y sobre todo, procuradme, ¡Madre mia!, con vuestro dulce amor, una vida constante de humildad y santifica-ción de mi alma. Amén

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Oración para el día tercero

 ¡Amorosa Virgen del Valle! Son demasiados los títulos que ostentas, excelsa Señora, para acercarte con temor al corazón de tu divino Hijo, y son demasiados mis pecados para que no sienta yo pavor  y  desolación de alma al presentarme ante mi divino Juez.

Por eso el pobre y el rico, el joven y el anciano, el enfermo y el sano, todos acudimos a Ti e invocamos tu protección constan-temente y sobre todo en la hora suprema de nuestro último juicio. ¿Es mucho pedir, Señora, un trocito del manto de tu gloria para cobijarnos desde hoy hasta la muerte? Mirad que no hallamos lugar más seguro para vencer las pasiones,  ni más dulce amor que el que fluye de tu magnánimo corazón ¡Déjame, pues, dormir en tu regazo hasta el fin de mis dias, oh Madre amada!

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Oración para el día cuarto

¡Amorosa Virgen del Valle!  Por gracia del  Padre Eterno no sólo te libraste del pecado y de las humanas pasiones, sino que quedaste convertida en el manantial más abundante de la más excelsa pureza y del más sereno amor. Acude a nuestro lado, ;oh Virgen mia!, y ayúdanos a dominar nuestros reprobables apetitos, a desterrar el pecado de nuestras almas, a aborrecer toda iniquidad y a convertirnos en claro arroyuélo de virtud y santidad, alimentado en la fuente de tu infinito cariño a las criaturas.  No de otro modo podremos servirte sin imperfección.

El mundo en tinieblas,  los enfermos presas  del dolor,  las almas en la duda y el error,  la carne sujeta a la concupiscencia, los espíritus enlodados por el pecado, y todas las sugestiones del enemigo malo contra las criaturas, son torpes fantasmas ante el soplo de tu gracia. Ven, pues, a nosotros, ¡Virgen de Pereda!, con los dones de tu pureza y ayúdanos a elevarnos, en medio de tanta miseria, junto al trono de tu divino Hijo, crucificado por mí hasta hoy, y desde hoy por mí glorificado mediante tu intercesión. Así sea.

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Oración para el día quinto

 ¡Amorosa  Virgen del Valle! Dios,  nuestro Señor,  depositó en Ti en el momento de tu Concepción, más gracia que en todos los Santos y Angeles del cielo. Yo, criatura humana sumergido en el piélago de mi desventura, vuelvo suplicante mis ojos a Ti, y mi corazón anhelante llama a tu corazón.

Aléjame, ¡oh Virgen Santa!, del ancho camino, ruta de mi perdición y  llévame por la senda de la penitencia al regazo de tu amor. Desvia las inclinaciones que me sugiere el maligno espíritu» embota los acerados dardos con los que la aguzada pasión inten-ta herirme el corazón, sofoca el ímpetu de la carne que rabia por morder mi alma. Sea lodo en mí alabanza, quietud y serenidad. Alabanza para loaros constantemente, quietud para permanecer puro, y serenidad para sujetar el mas leve intento de perturbación. Tiendan todas mis acciones a cantar vuestras dulzuras y a no salirme del camino de la santificación, del que fué modelo vuestro paso por este mundo. Así sea.

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Oración para el día sexto

 ¡Amorosa Virgen del Valle!  Desde  el primer momento de vuesta preciosa vida, quedaste constituida en sagrado depósito de las virtudes  y dones del Espíritu Santo.  Nunca con mayor razón se ha podido decir que vuestro corazón es fuente inagotable de gracia santificante.

A ese depósito de eterna bienaventuranza acudimos pues, ¡oh Madre nuestra!, para que dejéis fluir el tesoro de vuestra misericordia, que enardezca nuestra alma en santos deseos de penitencia,  y  la  luz de vuestra piedad rasgue el velo de nuestra tibieza,  y la corriente de vuestra mansedumbre nos descubra la vana soberbia, y el aroma de vuestros sufrimientos nos muestre la fealdad de los torpes goces; el consuelo de vuestras penas consuele las nuestras; vuestro amor, sin limites ni fronteras, nos indique la senda luminosa del  perdón a los que nos ofendan   y la confianza en la misericordia de vuestro divino Hijo, ante las injurias que le hemos inferido.

Mandadme una chispa de vuestra divina gracia que nos incendie el alma toda y nos postre penitentes a los pies de mi Redentor, vuestro Hijo Jesucristo. Así sea.

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Oración para el día séptimo

¡Amorosa Virgen del Valle!  Virgen  de las Vírgenes te llaman las criaturas porque en Ti se reúnen la pureza y la santidad en perfección sublime.

Humildemente  te  rogamos  nos recabes de tu Hijo  la gracia  de esas virtudes soberanas para combatir las pasiones de la humana naturaleza y salir incólumes de la lucha.

 

No hay  en  el  Cielo nadie absolutamente que se encuentre más cerca del Padre que Tú, Reina de las criaturas terrenas y celestiales;  ni tampoco hay  en derredor de  tu  Hijo  trono  más alto en donde no tengas Tú asiento de preferencia. No desoye Dios jamás tus súplicas; ni un ruego tuyo queda sin ser amorosamente atendido por el Hijo de tus entrañas. Llegue a las gradas de su Divina Majestad el lastimero grito de nuestras impaciencias y fatigas, para que por tu intercesión nos conceda el eterno descanso en su amorosísimo pecho. Así sea.

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Oración para el día octavo

¡Amorosa Virgen del Valle! No es posible analizar tus cualidades, sin que resalten al punto el fondo de dulzura y caridad que las caracteriza. El desterrado, como el enfermo, hacia Ti vuelven los ojos y, como dice San Efrén, eres la esperanza de los Patriarcas, la gloria de los Profetas, la alabanza de los Apóstoles, la honra de los mártires, el ornamento de las celestiales Jerarquías, la corona de las virtudes a las que aventaja tu inmensa caridad, Princesa y guía de todos ellos.

No hay en tu sacratísimo pecho más que aromas y bálsamos para regalo y goce de las criaturas.  Cada dolor nuestro encuentra en tu regazo la medicina de su consuelo.

Te rogamos, ¡dulce Madre nuestra!, infundas en nuestra alma el don de la caridad, y ya que por él tu santísimo Hijo redimió a las criaturas, sea él en nosotros el acicate más poderoso para amarlo en esta vida y gozarlo después en la eterna. Así sea.

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Oración para el día noveno

 ¡Amorosa Virgen del Valle! Ninguno se salva sino por Ti, ¡oh Virgen Santísima!;  ninguno  se libra  de  los males sino por Ti,  ¡oh Virgen purísima!; ninguno recibe las gracias de Dios sino por Ti, ¡oh Virgen venerabilísima!; ¿Quién después de tu bendito Hijo tiene cuidado del linaje humano como Tú? ¿Quién así nos defiende en nuestras tribulaciones? ¿Quién tan presto nos socorre y nos libra de las tentaciones que nos acosan y persiguen? ¿Quién con sus piadosos ruegos intercede por los pecadores  y  los  libra de las penas que por sus pecados merecen?

Si asi exclamaba San Germán, ¿qué no diriamos nosotros, pobres pecadores, tan alejados de la vida cristiana? ¿A quién volveremos los ojos en la ceguera de nuestras pasiones? ¿A qué puerto acudiremos en las tormentas de nuestras iniquidades? ¿Dónde podemos hallar luz, seguridad y amor?

¡Amada Virgen mia!  ¡Nuestra venerada Virgen de Pereda!  En el último día de esta novena, como grito lanzado a lo alto, que arrebata nuestra alma y arranca de cuajo nuestro corazón, con ánimo elevado  y ansioso de trepar tenue e incorpóreo  al  Trono de tu divino Hijo,  vuela esperanzado nuestro cuerpo,  fortalecido por la gracia de la Eucaristía, a cobijarse en el manto de tu protección universal. Empequeñecidos todos como infantes en el regazo maternal, ¡Virgen de mi vida!, con lágrimas en los ojos, expresión del dolor, y el corazón anegado en el anhelo y la confianza, te suplicamos nos sirvas de mediadora en nuestros afanes y recabes del Hijo de tu gozo y dolor una vida llena de santificación,  que recibamos bien  los últimos Sacramentos  y que por fin, en el momento de la muerte, vayamos de tu mano a gozar contigo de la bienaventuranza eterna. Amén.

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Oración final para lodos los días

 ¡Oh Santísima Señora, Augusta Madre de Dios y de los hom-bres! ¿A quién volveremos la vista después de tu Hijo sino a Ti, sagrado Depósito de esperanza del pecador?

Tu amor y pureza han trascendido de tal manera a nuestras alma:, que todos los pueblos ponen en Ti su confianza, como de­chado de todas las virtudes y dispensadora de todos  los benefi­cios. Aspiran a morar en tu candido regazo, porque saben que en él se sienten fortalecidos y animados para los mayores sacrificios. Si alguno no te conoce, te presiente; tal es el poder de tu dulce mirada en los más íntimos replieges de nuestro corazón.

¡Virgen Santísima!, en el tuyo todo es amor ardentísimo y avasallador. Haz, pues, ¡Madre mía!, que de él salte una chispa que encienda mi ser en arrebatadora pasión de fé  y  anhelo  por Ti  y por tu divino Hijo, que ciegue mis sentidos  y hunda mis potencias en aquella noche oscura de San Juan de la Cruz,  de la que salga mi alma regenerada, pura y dispuesta, total y absolutamente, a entregarse a tu discreción.

¡Virgen de Pereda!  De Eva nos  vino la muerte,  como  de Ti  nos viene la vida. Tú, la elegida por Dios para ser la amparadora Madre del  linaje humano y restauradora del mismo,  todo  lo  pue­des cerca de Aquél que te asoció a la obra de la Redención. Nosotros te rogamos humildemente, como al enfermo el remedio, nos alcances el pan de la vida celestial, eterno manjar de los ele­gidos.  A Ti llegamos suplicantes  y confiados para  que abogues por  tus hijos pequeños  y nos obtengas  la gracia que hemos pedi­do en esta novena. Amén.

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Tres Avemarias

 

Salve,  Estrella del Mar,  concédenos  la dicha  de  prepararnos el camino seguro para que viendo a Jesús seamos siempre felices.

ORACIÓN. -¡Oh Santísimo Hijo de Maria Inmaculada y be­nignísimo Redentor nuestro! Asi como preservaste a Maria del pecado original en su Inmaculada Concepción y a nosotros nos otorgaste  el beneficio  de librarnos  de  él  por  el  Santo Bautismo, así te rogamos humildemente nos concedas la gracia de portarnos siempre  como  buenos  cristianos, regenerados  en  Ti,  Redentor nuestro bondadosísimo. Amén.

Nombres de lugares Cabijeros (Llorada)

Nombres de lugares Cabijeros (Llorada)

 

Topónimos Cabijeros

 

Agüesalio: 1709 m. Pico en triángulo en Tejedo encima de Argovejo.

Camino de Los Barriales: Camino de Vega a Los Campiellos por Matahaces.

Camino Pereda: El camino de Argovejo a Crémenes

Canal del Queso: Debajo de Tejedo hacia La Estación y Los Campiellos

Canto El Burro: 1371. Canto por encima de  la sierra de Las Regadas

Canto El Espino: Canto de paso del valle de Condobrín al de Llampiellas

Canto La Cueva: Sierra antes de la de Las Regadas

Carbajedo: Última cuesta antes de llegar a Argovejo

Collada de Cebedo: Entre La Muga y Sierra de Los Villares.

Collada de Trapa: 1647 m. Para pasar por allí a Mental y Prioro.

Collado Argovejo: Paso para Mental y Ocejo, entre Peña Rionda y Cerroso

Condobrín: Valle de Argovejo

Cotomanombre: Por el camino de Llampas un alto donde da una vuelta el camino.

El Brezal: Brezal encima de Argovejo por la zona de Canto el Burro.

El Candanedo:

El Cantabiello: Primera cuesta en el camino de Crémenes a Argovejo. Fincas a la izquierda del carril que baja a Las Rentas y Hermosinas.

El Cañal: Al final del Prao Riondo. A partir de ahí no hay más fincas hasta Remanganes

El Castro: Alto encima del Vallejo en dirección a La Hocica

El Chaguazo: Paso de Trapa a Llampas ¿?. Paso de Llampas a Remolina

El Dependido:Sierra frente a La Hocica

El Escobio de Crémenes en Risaco: primer estrechamiento y curvas en dirección a Las Salas

El Escobio de Remanganes: estrechamiento donde la caseta de pescadores y el puente hacia Las Salas

El Hoyo. Hoyo donde nace la fuente El Hoyo  que da lugar al arroyo de Llampiellas

El Pedrero: Prados por debajo de Cotomanombre cerca del arroyo de Llampas.

El Pilón: Sierra por debajo de Agüesalio en cuña

El Prao Riondo: Prados entre El Rompido, el Esla y El Cañal.

El Prao San Martín: el cementerio. Antiguamente hubo allí una iglesia y algo de Pueblo con ese mismo nombre.

El Quiego: Loma por encima de El Pedrero y Las Serrosas hacia el Hoyo y hacia Llampas. Otro otero frente a Cotomanombre donde en los años 60 se construyó un chozo, ya de piedra, y unos portales para la cabaña.

El Reguero Matavallao:

El Ribero: Encima de Argovejo hacia Agüesalio

El Rompido: Prados debajo de Las Cortinas

El Valle: Vallecito que sube por el reguero entre El Ribero y el camino que sube al cementerio

El Vallejo: Debajo del Castro. En su sierra hay dos bocaminas donde los romanos explotaron algo de cobre.

Ermita de Pereda: Ermita dedicada a la Virgen, a medio camino entre Argovejo y Crémenes. La Virgen de Pereda es patrona del Ayuntamiento.

Fuente Las Encinas. Debajo La Era Cardiello hacia Condobrín.

Fuente Llano: Debajo de Cotomanombre, entre Los Rios y El Pedrero

La Cañada: Prados con vistas a Risaco. Otro otero con vuelta del camino en el propio de Las Janezas hacia Condobrín, por el camino de abajo. Los niños llevábamos allí los corderos del pueblo a pastar.

La Caseta La Virgen: Por el camino de Los Campiellos hacia Trapa, antes de llegar a La Estación y por la parte de atrás de Peña Esquilicia. Hoy en día colocaron allí una imagen de La Virgen de Covadonga.

La Collada: Loma de paso hacia Matahaces.

La corona: Monte entre el Candanedo y Villayandre.

La Cuesta:  Cuesta que sube a Las Janezas entre la casa de Patro (+) y la fábrica.

La Cueva El Oso: Cueva en la zona de Los Campiellos, al lado del río y al comienzo de la sierra de Peña Esquilicia.

La Era Cardiello: Loma que parte de La Cañada hacia Los Janos.

La Estación: A medio camino entre Argovejo y Trapa. Zona donde antiguamente se cargaban las vagonetas del carbón de Trapa.

La Gorgolada: Paso de Condobrín a El Hoyo.

La Hocica: Valle pequeño con entrada de carros por un desfiladero a la derecha del camino a Remanganes después de pasar El Cañal.

La Hoya: Al final de Remanganes y del término de Argovejo, donde la caseta de pescadores y el puente hacia Las Salas.

La Muga: Sierra delante de Los Janos, encima de El Hoyo.

La Piorneda: Ladera de Matahaces hacia el Valle Pereda.

La Rentina: Entre Las Rentas Largas y la fábrica de madreñas.

La Serna: Desde Las Hermositas a La Rentina y hacia el puente de Crémenes

La Serna: Zona de antiguas tierras entre el río Achín, río Esla y fábrica de madreñas de Crémenes.

La Tierra El Puente: Prados al lado de la fábrica de madreñas entre El camino Pereda, el camino hacia Villayandre y el camino que va a Vega por el lado de la casa del médico.

La Varciniella: Fuente a medio camino entre Crémenes y la Ermita de Pereda

La Ventigua: Prados por encima de Las Cortinas.

Las Barriaticas: Valleja de subida a Tejedo por detrás de Sierra La Cruz.

Las Cortinas: Antiguas tierras, hoy prados, a la derecha del camino de Remanganes y a 150 metros de La Ermita.

Las Escaleras: Ladera de Cerroso por Tejedo. Tiene esa forma.

Las Hermosinas: Por el camino del Cantabiello se baja a esos prados.

Las Janezas: Mata de roble bajo encima de La cuesta y de San Juliano.

Las Regadas: Sierra pequeña, fuente y zona del derredor por el camino a Condobrín al poco de pasar la sierra de Canto La Piedra.

Las Rentas largas: En la zona de La Serna

Las Serrosas: Prados debajo de la loma del Quiego con vistas a Cotomanombre.

Las Serruchas: Prados por el camino del Quiego hasta Llampiellas

Llampiellas: Arroyo que sube hacia Canto El Espino y Prados que hay en su base.

Los Barriales: Valleja de Argovejo hacia La Collada de Matahaces

Los Campiellos: Cruce de caminos hacia llampas y Trapa

Los Janos: 1802. (Pico Jano). Sierra entre Condobrín y el valle de Llampiellas y Llampas.

Los Morales:Por debajo de Carbajedo, en una pequeña recta, entrando por un carril a la derecha se sube a unas tierras, praderas hoy, con ese nombre

Los Pandellines:

Los Pandiellos: Prados y pradería hacia La Collada.

Los Ríos: Primeras tierras por el camino de Llampas, después de Los Campiellos y al lado del riachuelo de Llampiellas.

Los Zapapicos: tres picos de 1719, 1717 y 1719. Can después de la sierra de Peña Blanca hacia Llampas. Valle al final del camino que parte hacia la izquierda desde Los Campiellos.

Matahaces: Monte propio del pueblo. A la derecha del río Achín desde Crémenes a Argovejo.

Mediovalle: Zona entre La Hocica y Condobrín. Principio de Condobrín.

Peña Blanca 1749. Sierra más alta de Trapa, después de la collada de Trapa hacia Los Janos. Sierra con varios picos por encima de 1730 metros. Vista desde Argovejo está por encima de la espina dorsal de Peña Esquilicia

Peña Caballo: 1797. La sierra de Los Janos que baja hacia Remanganes.

Peña Cebedo: Sierra que baja de Cerroso al nacimiento del Río Achín. A un lado Tejedo y al otro el Monte Acevedo. Caminando al nacimiento del río Achín, antes del final, un valle que sube a la izquierda de monte alto.

Peña Esquilicia 1492 m. Sierra que separa el valle de Argovejo a Llampas del de La Estación a Trapa.

Peña Los Avellanales: 1586. Sierra de Trapa a Monte Acevedo

Peña Rionda: 1829 m. Sierra en Tejedo de forma de torre.

Peña Verde: 1777 m. Pico más alto después de Cerroso hacia Peña Blanca. Límite de Argovejo con Remolina y Mental.

Peña Yen: 1304 m. Encima de Matahaces hacia Agüesalio.

Pereda: La zona de la Ermita de Pereda y todo el camino de Argovejo a Crémenes.

Pico Caballo: 1692. Picacho final de La Muga; después vendrán Los Zapapicos.

Pico Cerroso: 1838 m. Pico más alto de Argovejo, en Tejedo. Límite del pueblo junto con Agüesalio, Las Roscas, Peña Rionda, Collada Argovejo y a continuación Cerroso. En la parte sur, ya no perteneciente a Argovejo, cerca de la cima se estrelló un avión militar alemán durante la guerra española.

Pico Roscas: 1782 m. Pico más alto de Las Roscas

Pozo La Nieve: A 1600 metros, en Tejedo

Pozo Regalao: Pozo del río Achín en Argovejo, al lado de la fábrica (antigua fábrica de madreñas).

Prao Las Llamas: A mitad de camino entre Argovejo y la ermita de Pereda, un prado a la derecha con buena pendiente.

Remanganes: Zona de tierras situado al final del término de Argovejo en dirección a Las Salas por el camino que sale del lado de la Ermita de Pereda hacia ese pueblo.

Río Achín: El río más importante de Argovejo. Digno de visitar su nacimiento.

Risaco: Llano de antiguamente tierras situado desde la salida de Crémenes hacia Riaño hasta El Escobio.

Roscas: Sierra a continuación de Agüesalio en dirección a Peña Rionda.

San Juliano: Prados debajo de Las Janezas por el lado de La Fábrica de madreñas.

Sierra de Los Villares: Por parte de Las Salas, entre Los Janos y Pico Caballo

Sierra La Cruz: 1222 m. Sierra encima de El Ribero que siempre tuvo una cruz en su picacho

Tejedo: Puerto de merinas

Trapa: Valle famoso por las minas de carbón que se explotaron varias veces. Se va por el camino de lo cimero del pueblo hasta Los Campiellos y se va por el de la derecha hasta el final

Valdepino: Ladera de Peña Yen y la bajada de Matahaces a Vega

Vega: Pasando el puente de Crémenes hacia Argovejo, la vega de la derecha hacia Villayandre

Repique de campanas (carbajedo)

Repique de campanas (carbajedo)

 

     Para la Misa diaria, porque Don Lucas celebraba Misa diaria, solo se tocaba una campana repetidamente con una cadena que desde el badajo bajaba hasta el coro de la Iglesia. Pero para la Misa de las fiestas se tocaba "por alto" y era un auténtico recital de música. El mozo subía al campanario a tocar casi siempre seguido de algún chiquillo. Aseguraba con la mano derecha la correa que colgaba del badajo de la campana mayor que sonaba "Tanm" y luego asía la cadena que partía del homónimo de la de "Tinn". ¿O la cadena partía de la de Tan?... También digo "aseguraba" porque era así: primero cogía la correa o cadena y la palpaba un poco, luego la aseguraba con delicadeza y soltura, no de forma brusca ni agarrotada, incluso a Fidel le sobraban los meñiques que acariciaban dichos colgantes por detrás y sobresalían un poco a modo de antenas receptoras del sonido, las asía con los otros cuatro dedos de cada mano.

     Cada mozo tenía su estilo que eran mínimas variantes del pentagrama original. Como norma general era el tiempo musical el que daba la característica del solista. Uno acentuaba los silencios, otro se alargaba con su campana preferida, otro se dormía en el repique final, en fin, otro nos hacía sufrir alargando infinitamente el "tin" o el "tan" del medio y otro siempre era más ligero como Mili el de Miliano. Cada domingo, al tañido de campanas sabíamos que mozo estaba tocando, mejor dicho, había especulaciones, pero alguna persona siempre acertaba. El tiempo justo lo daba Fidel siempre que tocaba y había otro u otros dos rapazones que se le acercaban y era difícil identificarlos por su repique.

      A los chicos tampoco nos dejaba subir al campanario cualquiera. Yo le estoy muy agradecido sobre todo a los de Miliano 1 y Teresa, Pedro y Mili y a Ángel el de Avelino y Patro que quizá por ser los más jovenes nos querían más. Cuando  otros mozos no nos dejaban, dependiendo de las pulgas de quien tocase, pues subíamos empezado el toque, momento en el que no nos podían hacer nada. Unos lo consentían ensimismados en su tarea y otros hacían gestos con la cabeza y muecas con los músculos de su faz que nos dejaban bien claro lo que pasaría cuando terminase; incluso alguna vez y alguno terminó antes de lo acostumbrado para corrernos.

     También vi tocar muchas veces a Lalo, Miguel, Carlos, Juan y a unos cuantos más.

... No, no. Para las personas mal pensadas, no tienen por que ser estos los de las muecas.

            Se empezaba tocando las dos campanas a la vez tres veces, se continuaba con una alternancia de las dos otra vez en secuencia de tres y luego se tocaba una sola empezando con la campana de la derecha: - tan, tan , tan, ...        

     Este era el momento peor, para el que tocaba y para todo el vecindario. Estos últimos quedaban un rato más o menos largo en suspenso, sin respiración, hasta oír el son de "Tin" y el que tocaba, sabiendo esto, tenía la responsabilidad de que ninguna persona del pueblo sufriese en demasía por falta de aliento. Esto pasaba tres veces con la "Tanm" y otras tres veces con la "Tin". Aquí era fácil de identificar al mozo que las tocaba porque se reflejaba su carácter como ya he dicho. 

     No son divagaciones, ni conjeturas, ni invenciones. Muchas veces oí decir: "¿Quién será el que toca hoy?" o "¡Qué mal lo hace... !" Y comentarios de ese estilo.

     Finalmente era una sucesión de repique de una campana a continuación de otra un tiempo determinado hasta decaer un poco el sonido y alargarse el tiempo musical en tres o cuatro repiques, que hacían de intermedio, para volver a la cadencia original de esta cuarta parte durante el mismo tiempo que duró hasta el intermedio.

     Terminada la parte anterior, después de unos dos segundos, se acababa con tres toques de la Tanm.

     A la media hora el monaguillo tocaba "las tres" tirando de la cadena del coro

     Las notas musicales están en el corazón de todo amante de Argovejo y la letra de la partitura que muchas veces me viene al recuerdo trayendo campanas, campanario, mozo, niños, gente y cura es la siguiente:

Tliamnn, tliamnn, tliamnn.

 

Tan, tin, tan, tin, tliamnn.

Tan, tin, tan, tin, tliamnn.

Tan, tin, tan, tin, tliamnn.

 

Tanm, tan, tan, tan, ta, ta, ta, ta, nnn, ta, ta, ta, nnn..., ...,

ta, ta, nnn, tin. Ta, ta, ta, nnn, ta, ta, ta, nnn, ..., ...,

ta, ta, nnn, tin. Ta, ta, ta, nnn, ta, ta, ta, nnn, ..., ..., tin,

tin, tin, tin, tin, ti, ti, ti, ti, nnn, ti, ti, ti, nnn..., ...,

ti, ti, nnn, tan. Ti, ti, ti, nnn, ti, ti, ti, nnn, ..., ...,

ti, ti, nnn, tan. Ti, ti, ti, nnn, ti, ti, ti, nnn, ..., ..., tan

 

tin, tan, tin, tan, tin, tan, ...,  ...,

tin, tan, tin, tan ..., ti, ta, ti, ta, nnn ..., Tinnn, Tanmm, Tinnn, Tanmm, ti, ta, ti, ta ..., tin, tan, tin, tan.

 

Tanm, Tanm, Tanm.

 

 

(1) Emiliano

Revuelto de setas cabijeras (Llorada)

Revuelto de setas cabijeras (Llorada)

  

 para 4

1 vaso de setas

½ vaso de taquitos de jamón

sal, poca porque el jamón ya sala

Huevos

aceite

En un cazo o cacerola echar las setas deshechas o cortadas en trozos, si son pequeñitas valen enteras, añadir un chorrito de aceite de oliva y poner a cocer hasta que acabe el líquido que sueltan y estén hechas (15 a 20 minutos).

Picar en taquitos pequeñitos jamón.

Batir 2 huevos pequeños o uno grande. Echar poquito de sal.

En una sartén con un poco de aceite, cuando esté caliente se echa todo y se remueve bien hasta que esté hecho. (si el jamón es joven se sofríe primero antes de juntar con las setas y los huevos.

 

Los ratones de Lorenza (Carbajedo)

Los ratones de Lorenza (Carbajedo)

 

     Lorenza era una viejecita menuda, delgadita, agradable, de buen semblante, vestida siempre de negro, como todas las ancianas de la época. Caminando pueblo arriba en la segunda casa después de la fuente es donde vivía sola.

     Hoy en día queda el solar, aunque a continuación de esa casa en dirección al Ribero y adosada a ella había otra y cuadras. Todo ello se llamaba el corral del Tío Eladio que era el que había vivido en la otra vivienda.

     La casita, que hacía esquina, por fuera era de piedra, gris y viejecita como la dueña y por dentro era toda negra. La dueña no. La dueña era un ángel, aunque solía ser motivo de risas y chanzas como era frecuente a las personas mayores solteras.

     Por una vestecha se pasaba a unas escaleras oscuras que subían a la negra cocina y a una habitación. La primera dependencia era muy sencilla, tenía un escaño de madera, dos o tres taburetes, una cocina de hierro frente a la entrada y a la izquierda la lumbre, que llamábamos, donde se atizaba por el invierno para calentarse y se ponía el puchero. También tenía un baúl antiguo y una ventana por donde se divisaba la casa de Milde y el barrio de arriba, que también tenía mote como cualquier cabijero que se precie, hoy, porque lo que es entonces maldita gracia que nos hacía.

     La tarde que falleció estaba acompañándola Charo, una rapaza de Pepe y María que llevaba varios días cuidándola porque la mujer estaba malita. La chica se llevó un susto de muerte, yo la vi muy pálida contando como se había muerto la anciana, que por cierto, tenía la ropa para la mortaja preparada dobladita en otro baúl en su habitación. Luego fue a amortajarla Mila la mujer de Orio que después dijo: "Si sabe Lorenza que fui yo la que la amortajé...", porque Mila la picaba mucho. Más tarde fue a velarla Manolita, la de la tia Valeria y me parece que Maruja, "la de Milde" y Dina, la de Sofía. Estas lo primero que hicieron  fue hacer una gran lumbre para calentarse y en poco tiempo salían llamas por la chimenea, como decíamos entonces, prendieron la chimenea y algún hombre tuvo que subir al tejado para apagarla.

     Pero para el caso que nos interesa nos vamos a remontar unos años atrás.

     En una ocasión en que le entró un ratón rebelde, al que no podía matar con la escoba gastada, consiguió que Irene le dejase una ratonera; no la de los tres agujeritos, esa vino después, sino la primera que existió; aquella que consistía en una tabla sobre la que estaba montado un dispositivo (un alambre en forma de marco, con el lado del centro de la tabla sujeto a ella y hecho un resorte que obligaba al otro extremo a cerrarse contra la madera. Para montarlo se forzaba a doblarse hacia el otro lado del listón y se trababa con un alambre recto en un gancho. Este alambre estaba sujeto en la mitad de la tablilla por un clavo, no prieto, para que se pudiese mover fácilmente este filamento de hierro y terminaba en un espigón hacia arriba de centímetro y medio de alto donde se pinchaba un poco de queso. El ratón al mordisquear el queso movía ese alambre recto y le hacía soltar del pequeño gancho con lo que los resortes se disparaban y hacían girar el cuadrado de alambre al otro lado de la tabla en su zona de reposo y solía atrapar al animal, alguna vez al roedor y las más al dedo del niño que estaba jugando con el dispositivo). Esta trampa se colocaba en algún lugar por el que solía pasear a sus anchas el enano roedor.

     Pues bien, olvidando toda la explicación de la ratonera por los motivos que luego diremos, Lorenza colocó la pequeña trampa donde concernía con su cebo correspondiente. Al cabo de quince días ya estaba cansada la pobre mujer de poner su ración de queso diaria al bichito, por lo que fue a quejarse a Irene de la nulidad de aquella trampa o de lo listo que era su ratón.

     Si conocéis a Irene os la podéis representar riéndose de tal anécdota, cuando también Lorenza le explicó cómo colocaba el trocito de queso en su sitio, sin montar el dispositivo, porque nadie se lo había dicho.

     Con la lección aprendida se fue Lorenza para su casa y no se volvió a hablar del ratoncito.

     Descanse en paz nuestra añorada Lorenza y también el mencionado bichito.

     Que Dios la tenga en La Gloria.

Calvario cantado

Calvario cantado

 

Calvario que

se cantaba en Argovejo  en los años 50 y 60

 

Calvario

 Señor mío Jesucristo... Señor, pequé (3 veces)

 

1ª Estación

Jesús condenado a muerte

 

Acompaña a tu Dios, alma mía,

cual vil asesino llevado ante el Juez;

y al autor de la vida contempla

por ti condenado a muerte cruel.

Dulce Redentor,

para mi era la pena de muerte.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida,

de pena hondo mar,

logradnos la gracia

de nunca pecar.

 

Rezado:

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

Bendita y alabada sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor

Jesucristo y los dolores de su Bendita Madre.

Señor, pequé, tened piedad y misericordia de mi.

 

(Así se terminan todas las estaciones)

 

2ª Estación

Jesús sale con la cruz a cuestas

 

Con la cruz de tus culpas cargado,

exhausto de fuerzas camina tu Dios.

Y a subir la pendiente le impelen

por fuera sayones por dentro tu amor.

Dulce Redentor,

mi pecado esos hombros oprime.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

3ª Estación

Jesús cae por primera vez

 

Con sus alas de nieve los ángeles,

pasmados de espanto cubrieron su faz,

bajo el tosco y pesado madero

en tierra caído su Dios al mirar.

Dulce Redentor,

por mis yerros caísteis en tierra,

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

4ª Estación

Jesús encuentra a su Santísima Madre

 

Del calvario subiendo a la cumbre,

el reo Divino a su Madre encontró,

y una espada de filos agudos

del Hijo y la Madre Hirió el corazón.

Dulce Redentor,

yo esa herida causé a vuestra Madre.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

5ª Estación

Jesús ayudado por el Cirineo

 

Porque al monte con vida llegase,

los duros escribas, con saña infernal,

a Simón Cirineo alquilaron

que a Cristo ayudase la cruz a llevar.

Dulce Redentor,

yo también quiero ser Cirineo.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

6ª Estación

La Verónica enjuga el rostro de Jesús

 

Con ternura y piedad la Verónica

el rostro sangriento de Cristo enjugó

y en tres pliegues del lienzo por premio

grabada la imagen llevó del Señor.

Dulce redentor,

en mi pecho gravad vuestra imagen.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

7ª Estación

Jesús cae segunda vez en tierra

 

Otra vez el Señor de los cielos

volvió fatigado el polvo a besar,

y otra vez los esbirros crueles

en Él desfogaron su ira y crueldad.

Dulce Redentor,

nunca más caeré ya en pecado.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

8ª Estación

Habla Jesús a las hijas de Jerusalén

 

Vio Jesús que unas cuantas mujeres,

movidas a lástima, lloraban por Él,

y les dijo: "Llorad por vosotras,

piadosas mujeres, por Mí no lloréis"

Dulce Redentor,

vuestras penas taladran mi pecho.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

9º Estación

Jesús caído en tierra por tercera vez

 

Con sus duras caídas, cristiano,

las tuyas pretende Jesús resarcir.

A tu Dios por tercera vez mira

de polvo y de sangre cubierto por ti.

Dulce Redentor,

vuestro amor del infierno me libre.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

10ª Estación

Despojan a Jesús de sus vestiduras

 

Con furor los vestidos quitaron

del monte en la cumbre al paciente Jesús,

y por no iluminar tanta afrenta,

las puras estrellas negaron su luz.

Dulce redentor

ya no más liviandad ni impureza.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

11ª Estación

Jesús clavado en la cruz

 

Ya, alma mía, en la cruz duro lecho,

sus miembros sagrados extiende tu Bien;

y con clavos agudos taladran

los viles soldados sus manos y pies.

Dulce Redentor,

yo esos clavos clavé en vuestros miembros.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

12ª Estación

Aquí murió el Salvador

 

Tiembla el orbe y el sol se obscurece

al ver en un palo expirar a su Dios.

Rompe en llanto también tú, alma mía,

pensando que muere Jesús por tu amor.

Dulce Redentor,

mis pecados os dieron la muerte,

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

13ª Estación

Jesús muerto en los brazos de su Madre

 

De Jesús el cadáver sagrado

María en sus brazos llorando tomó;

Y con voz de dolor le decía:

¿Quién muerte te ha dado, mi Bien y mi Amor?

Dulce Redentor,

Respondedle que aquí está el culpable.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...

 

14ª Estación

Jesús puesto en el sepulcro

 

En un frío y profundo sepulcro

los restos sagrados guardáronse ya.

Triste madre, cuán sola te quedas;

seré yo el consuelo de tu soledad.

Dulce redentor,

yo a la Madre privé de su Hijo.

Ya lloro mis culpas y os pido perdón.

 

Madre afligida...