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llorada y carbajedo

Un espartano cabijero

Un espartano cabijero o El secreto de Ernesto (el campeón)

Un espartano cabijero o El secreto de Ernesto (el campeón)

    Con todo cariño para Ernesto, nuestro Campeón.

     Parece increíble..., probablemente ni él, ni su familia, ni otra persona repararon en esto que relato, pero ya de pequeñito se sometió a pruebas tremendas; pienso que al fin fue criado como los espartanos, de ahí le viene quizá el haber llegado tan alto.

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     Cuando uno vive en la miseria nadie repara en que hay personas que están peor que él - recuérdese el poema: "cuentan de un sabio que un día..."-

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     El caso es que la nevada había sido de bastante más de 40 cms... Sí, sí, a menos altura no se espalaba porque se hacía camino al andar y ese día había veredas bien recortadas, signo evidente de los cortes de la herramienta. Era medio día, el cielo estaba gris oscuro,..., de verdad, estaba gris. Yo estaba en la plaza en madreñas, al lado de donde se ponía contra la pared de la escuela 1 la chica o chico que se quedaba en el juego del escondite;  había ido hasta ese lugar por primera vez, después de la copiosa nevada y de cerca de una semana sin salir, a ver si encontraba a alguien con quien jugar. No había nadie, pero esperé un rato distraídamente. De vez en cuando pisaba un poco por encima de la nieve disfrutando del lamento que ella manifestaba bajo mis tarucos. Pausada y despreocupadamente  alzaba la vista de vez en cuando esperando visita, pero nada, hasta los pardales estaban guarecidos. Solo en una ocasión veo a un rapacín delante de casa de Miliano 2, cerca de la esquina con la de la señora Aurora 3. Había salido de la vereda y caminaba sobre un montículo de nieve.

     No iba a jugar con él así que seguí esperando, bajando la mirada por la vereda que se acercaba a mi y dirigiéndola a mi derecha por la que zigzagueaba hacia el Cantón, para después seguir la que se adentraba por el lado opuesto en la Barriadica con dirección al Cantín, luego al tramo de camino de la calle El Sol que se veía salvando la esquina de la escuela y vueltina "pa ca y pa ya"..., hasta que mi vista volvió a cruzar el puente y subir entre las dos murallitas de nieve por la calle del Ponto para cruzarse con aquel rapazuelo. Era Ernestín y estaba solo. Tenía una camisita a cuadros que contrastaba con el fondo blanco de la nieve acumulada con la pala. Entonces me olvidé del motivo por el que estaba allí, quedé absorto contemplando los juegos del pequeñín de poco más de 2 años y esperando que su madre, su tío 4 o su hermano mayor, de seis años, apareciesen en cualquier momento. Podría seguir esperando porque eso no se produjo y tampoco yo me atreví a acercarme, cobarde de mi.

     El caso es que en aquella escena algo no encajaba y no sabía que era: El niño jugaba ensimismado con un orinal encima del montón de nieve formado al espalar, entre la vereda que tiraba para su casa, un pequeño descampado delante de casa de Mili y la vía abierta que bajaba hasta la plaza desde lo cimero del pueblo. El instrumento se le caía, lo cogía, se le volvía a caer y vuelta a empezar. Parecía disfrutar con ello en aquel bucle.

     - ¡Anda!, ¡si está desnudo!.

     Pues sí, llevaba la camisa, pero las piernas se le veían desarropadas y... ¡Claro que al darse la vuelta se le veía desnudo el culo!

     Recuerdo que ahora si que esperaba con mayor impaciencia que saliese alguien de su casa o de las vecinas. Di unos pasos con buena intención, pero a mitad de camino entre la escuela y el puente me paré. Me invadió una enorme vergüenza y reculé de nuevo hasta cerca de la pared sin quitar ojo del chiquitín.

     ...y de aquí y al poco se me desvanece el recuerdo..., lo que puede significar que alguien de su casa salió por el chico.

     Siento no haberme fijado si estaba o no calzado,... y no diré nada de lo que vi que le apuntaba por delante.

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     Pido disculpas a Ernesto si algo de lo expresado aquí le es molesto. Escribo este recuerdo con todo mi cariño y respeto hacia él y su familia y desde luego esta fue mi visión y vivencia de los hechos ya escritos hace mucho tiempo.

 

     1: la escuela de las niñas; hoy en día bar.

     2: Emiliano, padre de Tere, fallecida recientemente y de 6 más.

     3: Sra. Aurora y Sr. Elias, el madreñero. Vivían allí, aunque la casa era de Clorinda la madre de Maruja.

     4: Basilio. Su tío-abuelo