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llorada y carbajedo

Muerte de Angel

Muerte de Angel (Carbajedo)

Muerte de Angel (Carbajedo)

Angelín acababa de dar un estirón, de esos que a los niños se les nota en 15 días. Era movidito y juguetón. Su hermano mayor, Jaime, siempre fue más tranquilote, del tipo de su tío Eusebio. A los dos hermanos les veía jugar juntos frecuentemente.

Llaman desde El Camino Encima (la calle El Sol) hacia el barrio de arriba del pueblo. No entiendo nada… Sale mi madre hasta donde puede verle (1), por el otro lado sale Maruja “la de Milde”(2). Mi madre tampoco lo entendió porque vocea preguntando algo y a la respuesta se cruzan unas palabras las dos mujeres. Mi madre echa a correr. Corre Maruja, corro yo detrás a la barriadica, el puente, el paso estrecho entre la casa de tía Rosa (3) y la cuadra de tío Gonzalo (4) y por la cuesta siguiente.

………

Sentado en el poyo. Los codos sobre las rodillas. Unas manazas cubren media cabeza.

………

… en una ocasión apartó las manos que la cubrían y con esfuerzo levantó la cara un momento intentando mirar hacia delante, donde estaba yo, a unos pocos pasos en la calle, frente a la vestecha de la casa de Ción (5), o quizá miraba por detrás de mi hacia el carro buscando algo.

No vi absolutamente nada. Es decir, vi su rostro, pero su vista estaba nublada. Me di cuenta de que Nato no me había visto, ni había visto nada, estaba ausente. No hizo gesto alguno. La expresión de su pálido y sucio rostro soy incapaz de narrarla en sus justos términos, pero para que se entienda un poco diré que era de una profunda e inmensa tristeza y abatimiento, débil en su fortaleza física, cansado, incluso agotado y cerca del desfallecimiento. Tanto era el dolor en el que estaba sumido que su misma cara parecía nublada, inexpresiva, sin fuerzas ya ni para llorar. Volvió a recoger su rostro entre sus dos grandes manos ensangrentadas  y allí permanecimos un rato más. De vez en cuando la congoja le hacía temblar el cuerpo.

Ya había venido algún chico  al que a su pregunta le respondí bajito, apenas apartando un momento mi vista de aquella persona y de aquellas manos.

Más tarde salió una mujer al portal, me parece que Maruja “la de Milde”, a recoger alguna cosa y le vio, tuvo intención de decirle algo, pero probablemente no se atrevió porque pasó dentro, al portal y desapareció hacia la derecha, a la cocina, donde también ahora oigo llorar y escucho a las mujeres atendiendo a Nati y al momento salió con Sara.(6)

Sara, al instante percibió la situación. Vio la sangre de sus manos, miró hacia nosotros petrificados ante aquella escena y volvió a mirarle a él ya para decirle resuelta, con cariño y ánimo:

- “¿Pero qué haces aquí?. Anda, ven a dentro que hay que lavarte”.

Esta imagen la tengo tan viva que si me atreviese en este momento a alargar mi mano tocaría esas manos grandes, sucias y ensangrentadas.

El hombre volvió a descubrir el rostro inmensamente triste, apoyó la mano izquierda en el poyo del soportal de la casa de su madre, donde estaba sentado, para con gran esfuerzo, con sollozos y con la ayuda que le prestaba el brazo de Sara por debajo de ese brazo y Maruja por el otro, se dejase guiar por las mujeres hacia el interior de la casa.

Después fui con Toño el de Maruja (7) y José Luís el de Araceli (no recuerdo si también Jesús Ángel) a observar y fisgar por el  carro. Se veía volcado, cabezal hacia el cielo, el peón de delante a la altura de nuestras cabezas, por detrás se veía lleno de abono y debajo de la puerta trasera abono y un poco de sangre.(8)

El carro era bastante nuevo porque se le veía la pintura azul de las puertas y laterales, los carros de más edad se habían construido sin pintar, a parte de que éste también tenía añadido un segundo peón en la parte trasera que en este caso fue el causante de la desgracia.

El ¿cómo fue?, en este momento no es importante, ni para mi lo fue nunca. La imagen grabada es la de un hombre incomprensiblemente solo, desconsolado, inmensamente triste, sin fuerzas y sufriendo terriblemente.

Señalar que aunque en el sermón se nos dice que es día de alegría porque los niños que mueren son ángeles y van al cielo directamente, su ausencia todo el pueblo la lloramos junto con sus padres.

Se ha hablado mucho de las madres, de su dolor cuando pierden un hijo… Yo no vi el de Nati y no voy a comparar porque no sé como se mide, pero sí puedo decir que vi el de un padre y me representó a Cristo en la Cruz, casi inhumano y ese dolor no se le puede desear a nadie.

...

Un tiempo mas tarde el matrimonio tuvo la gracia de disfrutar de una hija.

...

Alguna otra más desgraciada muerte ocurrió en nuestro pueblo que quizá aun no sea el momento de comentarla.

 

(1) No recuerdo quien era. Me parece que Dario, pero es raro que estuviese por allí, lo normal es que fuese Gerardo. No lo sé.

(2) decíamos "la de Milde" porque siempre la estuvo cuidando, pero es hija de Clorinda. Mi Madrina.

(3) Dña Rosa, la penúltima maestra de las niñas. Vivían con ella sus hermanas Eutimia y Caridad que se las veía sentadas en el pollete de la entrada hablando solas.  En mi casa a todas estas se les llamaba tías.

(4) Tío Gonzalo, abuelo materno de Angelín. En mi casa se le llamaba tío, pero las ramas del árbol genealógico se juntan: por parte de tía Ana su mujer, en un bisabuelo de mi padre que es abuelo de ella y por parte de él, un tatarabuelo del primero bisabuelo del segundo, pero en mi casa y en la de ellos siempre nos consideramos de familia muy allegada. De la misma forma ocurría con varias familias más del pueblo.

(5) Ahora debe de ser de Jaime y Laura.

(6) Sara, mujer de Orencio. La madre de esta Laura.

(7) Hija del maestro de los niños D. Honorio.

(8) Aquí siempre tuve dos imagenes representadas, la descrita y otra con el carro ya con los dos peones puestos. Problablemente sea esta segunda la que yo vi. Lo demas es cierto.