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llorada y carbajedo

La letra con sangre entra

La letra con sangre entra (Carbajedo)

La letra con sangre entra (Carbajedo)

     Recuerdo cuando iba a la escuela y el maestro hacía realidad este desgraciado refrán en las costillas de todos mis compañeros y en las mías propias con una de las varas de avellano que previamente le habíamos llevado. Y aunque eran más comprensivos en casa, a veces aumentaban la dosis de capones al tomarnos las lecciones.

     En esos momentos quedaba como petrificado, no razonaba, se me cerraba la mente de tal forma que cuantas más raciones que me daban peor se ponía la cosa. Pero lo que siempre suele ocurrir, después de la tormenta sale el sol, todo se sosiega y como el instructor veía que esas terribles caricias no podían conmigo, muy amablemente se ponía a meterme en la cabeza esa lección, razonando. Recuerdo lo contento que me sentía al ver que no era tan burro un servidor como creía yo mismo y, no solo eso, sino que veía al mismo maestro contento de sí mismo por haber obtenido un triunfo que de otra forma creo que jamás lo hubiera disfrutado.