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Cotomanombre. Etimología (Llorada)

Cotomanombre. Etimología  (Llorada)

Cotomanombre

     Palabra curiosa para nombre de lugar y que se resiste uno a aceptar lo que fácilmente es entendible de ella.

     La raíz expresa un lugar reservado para algo, normalmente la caza o pesca (coto de), pero además lugar reservado para la leña u otro disfrute. Sabemos que todos los años quedaba acotado oficialmente un lugar en un monte del pueblo para cortar la leña los vecinos y aprovisionarse para el invierno. Es creíble del mismo modo que pudiese ser coto antíguamente cuando modernizaron las casas de techo de escoba para vigas y techumbres de las nuevas. Era más fácil arrastrar cuesta abajo los troncos de las hayas desde ahí que desde Condobrín o el monte Cebedo o Acevedo. Y también viene de Cotero (cot-o), lugar sobre, o lugar alto desde donde se divisa una zona adyacente más o menos extensa. Todos estos conceptos sirven y describen correctamente el lugar al que nos referimos. Más aun, también es un recodo del camino en la falda de Peña Esquilicia desde donde, por su vista espléndida, se puede controlar todo y respira, a pesar de su nombre, paz, sosiego y soledad.

    El problema viene al buscar la etimología de "manombre" que no se puede  descomponer  y nos perdemos, a no ser que con el paso del tiempo se haya ido omitiendo en la dicción alguna letra, como en la versión trasmitida por nuestros mayores que parece la más ajustada a la realidad. Según esto "manombre" viene de "ma-nombre", "mal nombre".

    Cuentan mis mayores que como desde Los Campiellos hasta aquí se subía por la varga al descampado, al llegar a este lugar ya se tenían ganas de hacer las necesidades que nadie puede hacer por otro y como en este recodo se controlaba si venía alguien por el camino, tanto de Llampas como de Los Campiellos, pues se aprovechaba por esa zona o un poco más adelante al refugio de las primeras hayas. Al mismo tiempo, cuando tocaban las vacas o la hierba en Llampas, todos los vecinos iban a la vez, por lo que había que aguantar las ganas hasta desfilar más tarde para el pueblo y aprovechar a descargar rápidamente en ese lugar antes de que llegase el siguiente. Lo mismo ocurría cuando iban a cortar algún haya. Ese trabajo duraba horas, consecuentemente en algún lugar había que hacerlo. Por tal motivo en algún momento para el que pasaba era desagradable el olor que por allí se sufría, así que una persona sencilla y con sentido común lo empezó a llamar “Coto Cagao”, nombre que no duró mucho debido a que como era demasiado explícito y mordaz, ante una situación como la de tener que mencionar dicho lugar delante de forasteros, ese nombre resultaba extremadamente vulgar, así que cuando se presentó esta situación, a una mujer se le ocurrió referirse a él como “Coto Mal Nombre”, reseña del anterior, para que “el que tenga oídos que oiga”, O "a buen entendedor con pocas palabras basta" , o bien, para que no lo entendiesen los visitantes, sí su marido y al contar después a los vecinos esa circunstancia tan embarazosa comenzaron a llamarlo así.

     Más tarde y con el tiempo, la costumbre y al decirlo deprisa perdió la ele (coto ma-nombre) y quedó con el actual: Cotomanombre.

    Menos creible, me parece, que nuestros antepasados quisieran tener tan limpio el pueblo como para acotar solamente para tal menester un lugar específico a un kilómetro, para tener que ir todos los días varias veces. Por eso este otro significado lo hemos descartado; además de que si "de tal palo, tal astilla", nosotros seríamos de pocas luces y está claro que no lo vamos a reconocer. Reseñar aquí, para unos cuantos Cabijeros modernos, que el acondicionamiento de un rincón de la casa para servicios no se generalizó en el pueblo hasta el último cuarto del siglo XX, lo demás igual lo pueden adivinar.

    Alguna versión más le doy, puesto que de niños en determinados juegos decíamos: “Acotado con pan y candado, el que me quite este sitio tiene más de mil pecados", o "... es un mal criado”, o cosas parecidas que venían de muy antiguo. Y eso era sagrado. Nos fastidiaba por no habérsenos ocurrido antes a nosotros, pero todo el mundo lo respetaba porque la palabra tenía el valor de la ley. No hacía falta escribirlo.

 ... de dos chavalotes, guajes en aquel tiempo, que estando con las vacas, o bien yendo y viniendo de Llampas, en sus juegos por Cotomanombre, a uno se le ocurrió  acotarlo para lo que pensamos cuando le llegó la necesidad y el otro le "chinchó" más, le picó más, diciendo que ahora era “Coto…” tal, con la palabra esa que me resisto a poner más de una vez y como resultado, dada su gracia y morbosidad juvenil, se generalizó el nombre, hasta que una persona mayor, con más vergüenza, apostilló e hizo la oportuna corrección y a partir de ahí ya nadie se sintió cohibido al nombrarlo por  Coto Mal Nombre, que también tiene su sorna, en vez de por su nombre propio "Coto...", ya sabéis.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

    Hermoso lugar y coto.

 

 

 

 

 

 

 

 



 

     También para eso.



 

 

 

 



 

 

 



 

     - Yo nunca.

 

 

 

 

 

  

 

 

 

   - ¿O sí?

 

Por cierto, también es el lugar donde vi por primera vez un erizo, en nuestra tierra puercoespín, un anochecer cuando me llevó mi madre con Dina, todas preocupadas, en busca de una mujer que había ido con las cabras. A cada paso voceaban llamándola mirando hacia Los Janos. Este tema dio comentario para un tiempo y tuvo un desenlace fructífero y feliz en el que mi madre tomó parte. Cuando dábamos la vuelta hacia Llampas, ya de noche, un hombre nos gritó desde Los Campiellos que había aparecido.


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